Tres son los mecanismos de inhibición moral que produjeron los jerarcas nazis para evitar el asalto de la conciencia al alma de los alemanes ante el hecho de la segregación, la deportación y el exterminio de los judios: indiferencia moral o sustitución de la responsabilidad por la disciplina; la invisibilidad moral o la distancia física y psicológica entre el acto y sus efectos; y la invisibilidad de la humanidad o deshumanización de las víctimas. El sociólogo estadounidense Evertt C. Hughes recorrió Alemania en 1948 recabando testimonios de ciudadanos alemanes sobre lo acontecido con los judíos. El testimonio de un arquitecto que azarosamente encontró en su camino es revelador con respecto a los mecanismos citados anteriormente: "De verdad, estoy avergonzado (por los crímenes alemanes). Pero, verá, habíamos perdido nuestras colonias y nuestro honor nacional estaba herido...Y los judios eran un problema. Venían del este...eran lo peor del país, llenos de piojos, sucios y pobres...y se hicieron ricos utilizando métodos difíciles de imaginar. Ocupaban los mejores puestos...No fue la vía (el asesinato en masa) para resolver la cuestión judía. Pero el problema existía y tuvo que resolverse de alguna manera". Hughes extrajo la conclusión de que el arquitecto: a. Aceptó que había un problema judío en los términos planteados por los nazis (fidelidad acrítica al régimen. Disciplina que no cuestiona al líder); b. Que él quedaba libre de responsabilidad ya que no había cometido los crímenes. Invisibilidad moral.; c. Que aceptó que otros hiciesen el trabajo sucio a fin de solucionar el problema; d. Que cuando se cometieron los crímenes no pensó que fuesen tales, sino un modo de resolver el problema.
Fuentes:
Zigmunt Bauman,
Modernidad y Holocausto.
Götz Aly,
¿Por qué los alemanes? ¿Por qué los judíos?