jueves, 9 de mayo de 2013

Palabras


"Las palabras pueden actuar como dosis ínfimas de arsénico: uno se las traga sin ni darse cuenta, paracen no producir ningún efecto, y al cabo de un tiempo se produce el efecto tóxico.

 Victor Klemperer, LTI. El lenguaje del Tercer Reich. Apuntes de un filólogo

Las palabras no son inocentes, ni asépticas, ni inocuas, ni neutrales. Nietzsche ya nos habló de ello en una de las idiosincrasias que atribuye a los filósofos: el fetichismo del lenguaje. La población alemana se impregnó de la ideología nazi por la repetición constante de palabras y expresiones. Palabras que pasaron a formar parte del inconsciente colectivo. Palabras que se repetían de forma mecánica e introducían a los individuos en el esquema totalitario nacionalsocialista: raza, honor, judío, espacio vital...



 

lunes, 6 de mayo de 2013

Mi última contribución a EL PAJARITO

http://elpajarito.es/index.php/opinion/237-aforematica/3750-el-mayor-miedo.html

El mayor miedo, Paco fernández 

 

Respirar, decía Albert Camus, es pactar con el Estado. Y cuando digo respirar, digo también escribir, amar, sentir, estudiar, afirmar y negar. En definitiva, digo, sin lugar a dudas, vivir. El capitalismo, nuestra realidad más inmediata, se reinventa continuamente y nos propone nuevos ídolos ante los que inmolarnos. Así, respirar es pactar con los caprichos y devaneos del mercado: esa entelequia, tanto más real cuanto ilocalizable, que todo justifica y que a todos exonera de culpas o responsabilidades. No sé si una ontología del capitalismo revelaría que el mercado no es sino el ser del ente, o el ser en tanto ente.

Uno aprende que no hay modo de esquivar la tentación de poseer cosas, personas o ideas. Uno aprende que poseer es uno de los modos de ser poseído, que tener cosas, personas o ideas, es una modalidad de enajenarse en esas cosas, personas o ideas. Pero uno olvida aquello que aprende, y aprende, también, a olvidar. Olvidamos las palabras, las caricias, los besos y los abrazos. Olvidamos los versos y las rimas. Olvidamos la mirada que una vez acogimos y domesticamos. Olvidamos el deseo. Y, en medio de tanto olvido, nos cobijamos en las cosas que poseemos, o en las personas, o en las ideas. Y, así, poco a poco, entre la necesidad de poseer y la fatalidad de olvidar, la vida se llena y se vacía, paradójicamente, al mismo tiempo.

Hoy la lógica capitalista borrosa da una nueva vuelta de tuerca al mundo, a la economía, a nuestras vidas, a lo real. Vivimos una nueva época de miedos y temores añadidos. Miedo a perder el trabajo que ya no se tiene o la casa que ya no se posee. Miedo, no ya al futuro, sino al mismo presente que niega, que no soporta afirmar, un porvenir vacío de contingencia e incertidumbre, porque todo mañana ha sido ya descrito en el juego de las previsiones y las estadísticas.
 
Hoy se acusa de ilegítima defensa a quienes ejercen su derecho a rebelarse contra la situación que han creado políticos corruptos, banqueros depredadores y empresarios burbujeantes. Mañana no sabemos hasta dónde llegará la acusación de todos aquellos que han provocado que, en esta época de miedos, el mayor miedo tenga que ver precisamente con ese mañana.



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