Julio (2024)
RESUMEN DEL VIAJE
De Murcia a Faro en moto: ida y vuelta
(El infierno de la deshidratación)
En el principio fue la inquietud, el desasosiego que acompaña a la preparación del equipaje, la zozobra ante un largo viaje, la preocupación por el estado de la moto y la impaciencia por iniciar la ruta. Pues no vivimos del mismo modo el acto de pensar una vida y el de trazar una ruta. Un punto de partida –definido, ubicado- y una meta constituyen el ingrediente de cualquier trayecto. Sin embargo, una vida parte de un haz de contingencias y, con respecto a su final –no a su finalidad-, nos debatimos entre el absurdo y la incertidumbre. He aquí la diferencia: en la ruta, la contingencia puede alterar el itinerario; en la vida, marca su inicio. Para diseñar una ruta se conjugan razones, motivos, lugares e inquietudes. Intentar diseñar una vida significa entrar en el juego de la impostura: no existen cartografías de la existencia humana. La ruta puede ser sinuosa, escarpada, recta, llana o abrupta. La vida es laberíntica, confusa y complicada. Así pues, es un deber moral continuar trazando rutas en connivencia con la vida en este devenir incesante de necesidades y contingencias en los que se forjan los intentos de despistar al absurdo: el amor, la amistad, la verdad o la lealtad. Ingredientes necesarios para compartir kilómetros, descansos, charlas y complicidades de distinta índole.
Una máxima se impuso desde el principio de la planificación del itinerario: evitar autovías y autopistas, recorrer el camino por carreteras nacionales, comarcales, etc. Sortear, en la medida de la posible, el monótono trayecto que define el asfalto de las vías rápidas. Deslizarse (palabra muy grata a mi amigo Paco Alcolea) por la diversidad, colorido y alternativas que proporcionan las vías lentas: más propicias para el deleite, más serenas, más oportunas para disfrutar de la conducción.
El bar Salazar (Mula) fue el punto de encuentro de las tres P’s: Paco Fernández, Pepe Sabater y Paco Alcolea (TAH: Triumph, Aprilia, Honda).
1ª Etapa: Mula (Murcia)-Bedmar (Jaén). Ruta montañosa por el parque natural de Sierra Mágina: una buena terapia para mi acrofobia, pues salí entero de las cumbres y sin daños visibles. Primera pernocta: Bedmar. Allí entramos en contacto con la soportable levedad de un alojamiento cutre: algo desvencijado, olor a moho, sin aire acondicionado y …Con buen humor, sobre todo, el debido a Alcolea, solventamos la situación con risas y cerveza. Pepe es nombrado guía del viaje por su pericia en el control y manejo del GPS.
2ª Etapa: Bedmar-Viso de Alcor (Sevilla). Trayecto aciago, con mucho calor, muchos kilómetros, dos despistes que nos costaron 100 kilómetros de más, pero con el ánimo en su punto álgido. Segunda pernocta: la casa perfecta, rica en detalles y múltiples aparatos de aire acondicionado. Cena en el bar OLIVA mientras conversamos sobre todo tipo de cuestiones, pues al trío de P’s no le es ajeno nada de lo humano ni de lo inhumano.
3ª etapa: Viso de Alcor-Faro. Café y paseo por Carmona. El recorrido más duro debido al calor. Aquí conocimos el infierno o, al menos, su antesala. La pausa de hidratación se impuso de un modo implacable. Ubicados a 12 kilómetros de Faro, en una zona residencial, el apartamento es inmejorable. No obstante, tenemos dificultades para encontrarlo. Nos ofrece su ayuda, Carlos, un escocés que reside en Faro y que insiste en informarnos de que apoyó a España en la final de la Eurocopa. Alcolea inicia una conversación telefónica con el anfitrión y logra solucionar el problema. En Faro, motoristas y moteros por doquier. Pateamos la zona del puerto y buscamos un “restaurante de la Faro profunda”. Una joven camarera que habla español nos aconseja sobre qué tomar, aunque permanece ajena a las dudas gastronómicas de Alcolea. Asistimos a un concierto revival de The Beatles. Alcolea nos ilustra con sus elucubraciones en torno a la metafísica lúbrica futura: el sexo se cimenta sobre un fundamento telúrico que caracteriza a toda forma vital y lo resume en la sentencia: LAVA, VEN A MÍ. Pepe nos instruye sobre el inconsciente colectivo de Jung, y Alcolea lo aliña con su hipótesis de la succión múltiple. En el grupo hay quien defeca mas que, a juicio de Pepe, “las merlas jóvenes”. Nos adentramos en la zona costera, concretamente en Albufeira: un pueblo de costa indefectiblemente turisteado. Vuelta a Faro: más motos y más música. Cenamos en el restaurante más sucio de Faro (sin comentarios). Al día siguiente, visitamos varios pueblos del interior: Loulé, Alte y Salir. En Alte, saludamos al cura y vemos la iglesia. Comemos en Salir, en un bar “profundo”. Termina la concentración y de noche reina el silencio. Los escapes inician la ceremonia del adiós, la luna llena es testigo de un mutismo intempestivo.
4ª etapa (Regreso): Faro-Sierra de Yeguas (Málaga). Algo de autovía para iniciar la ruta, después, volvemos a lo nuestro y conscientes de que lo peor estaba por venir. Cerca de Écija volvemos al infierno del calor y la deshidratación. Pero el premio está en el alojamiento: un dúplex completo, el paraíso.
5ª etapa: Sierra de Yeguas-Benahadux (Almería). Autovía hasta Diezma y volvemos a la sierra, concretamente a la Gádor donde se vuelve a poner a prueba mi acrofobia crónica -sierra profunda, abismal, casi apocalíptica en algunos tramos. Consigo superar los primeros síntomas de taquicardia y sudor frío y paso la prueba. Alojamiento algo cutre, pero soportable. Por la noche, conocemos a Pablo Jesús, todo un personaje del que hablaré en otra ocasión.
6ª etapa: Benahadux – Murcia. Evaluamos la posibilidad de no sobrevivir a otro mediodía de calor y deshidratación por carreteras secundarias. Decidimos volver por autovía. En Puerto lumbreras, café y despedida. Hasta la próxima.
Epílogo: ha sido un viaje a fuego lento por las autovías del infierno, sin prisas, sin frío, con mucho calor, con mucha agua y muchas risas. Un viaje espectacular.